La flexibilidad va mucho más allá.

Desde que tengo uso de razón, me he dedicado a todo esto del baile, y vivo enamorada de todo aquello que me perfeccione en estos ámbitos. Por eso hoy quiero hablar de la flexibilidad.

Desde muy chiquita aproveché la fexibilidad de piernas que me acompañaba desde que nací, como siempre me dediqué a la danza, aprovechaba estos dotes para perfeccionarlos en cada clase y en cada presentación. 

Esta flexibilidad no se quedó conmigo para siempre, en el año que estuve alejada de este "mundo" (en mi adolescencia, por ejemplo), la perdí en un 60%, por lo que me tomó aproximadamente de 5 a 6 meses volver a recuperarla. 


Ya siendo una mujer, con más uso de la razón, pude darme cuenta que la flexibilidad de cuerpo viene directamente conectada con la flexibilidad de pensamientos y espíritu. 


¿Por qué esto? 

Tu capacidad para aguantar el dolor, y proponerte lograr los retos flexibles que exija tu cuerpo, van directamente proporcional a la capacidad de lograr controlar tus pensamientos en cualquier ámbito de tu vida.
Cuando sentimos que todo duele, que todo va mal, son solo nuestros propios pensamientos los que son capaz de calmar esta tempestad, porque yo decido si enfocarme en el problema o mejor en la solución.

Siempre voto porque hagamos actividades que nos desconecten de los déberes, y nos hagan sentir felices (por eso siempre quise hacer una academia de baile), y las clases de stretching, a mi modo personal, son perfectas para retarnos como personas. Y siempre apostar en que esa flexibilidad que alcancemos en nuestro cuerpo sea también llevado a nuestras vidas.

Que aunque duela, si respiramos profundo, entendemos que ya no duele tanto.
Que si somos más flexibles, logramos entender jugadas y movimientos que antes no tanto. Metáforicamente. 

En confinamiento, regalale flexibilidad a tu cuerpo y pensamientos.

¡Inténtalo!

Con cariño,

Michelle.

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